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martes, 3 de abril de 2018

ESTAMOS FLOTANDO EN LA MIERDA. ¿CÓMO IMPEDIR EL NAUFRAGIO?

por Javier Oteka


No hay candidato ni partido político que pueda decir que todos sus dirigentes están limpios de corrupción.

Las votaciones son dentro de 3 meses y, en términos de realismo político, a estas alturas será imposible cambiar las reglas. La candidata independiente o uno de los candidatos de las tres coaliciones resultará electo el 1 de julio y comenzará a gobernarnos a fines de año.

Estadística y prospectivamente, no hay otra alternativa viable; ni siquiera la abstención, votar en blanco o la revolución —pacífica o violenta— podría cambiar por ahora el rumbo.

El escenario estadísticamente probable, es que seremos gobernados por uno de esos cuatro. No nos queda más que votar por el menos malo, porque si no votamos, acaso gane quien no queremos.

Hasta este punto, la mayoría podemos estar de acuerdo.

Para mí, el menos malo es Andrés Manuel López Obrador.

¿Por qué?

Porque tengo información certera y confiable de su forma austera de vivir. Nadie ha podido probar que disfrute o tenga bienes mal habidos. Hay tantos intereses en su contra que ya era hora de que le encontraran alguna prueba. Pero no, no la hay.

He dicho que si se le encontrara alguna prueba contundente de su corrupción personal, dejaría de apoyarlo. Ese valor es fundamental para mí, pues coincido con él en que la única forma eficaz de barrer las escaleras es de arriba hacia abajo. Así que, si el que le toca servir hasta arriba pone el ejemplo, los que le siguen tendrán que hacer lo propio, pues de lo contrario el riesgo de ser llamados al orden, o juzgados y sancionados, será más grave.

Lo opuesto es lo que hoy se vive, donde la cabeza ha dado - con cinismo descarado - muchas pruebas de su corrupción e impunidad, de tal modo que el ejemplo se contagió a todo nivel.

La corrupción y la impunidad son los principales factores que impiden a México salir de la cloaca. Hay que acabar con ellas, de preferencia, a la mayor velocidad posible.

Aunque a Andrés Manuel se le han pegado personas de dudosos intereses y reputación, al igual que a los otros candidatos, confío en que, entre los cuatro, es él quien mejor puede poner ese ejemplo que se requiere en la cabeza.

Puedo equivocarme, lo sé. Pero él es el único que promete referéndum cada dos años para que confirmemos o cancelemos nuestro voto.

Desde que una inmensa mayoría confiamos en Fox para lograr el cambio, hasta hoy en día va creciendo la decepción, porque nos llevaron al baile y nos dejaron sentados, esperando la pieza del cambio.

No quiero sumergirme en la desesperanza. Quiero darle una oportunidad a este líder que ha logrado sembrar la confianza en millones de compatriotas.

Estoy muy claro de que yo no busco a un tlatoani o a un mesías que milagrosamente cambie la situación. ¡No! Creo que la única forma de mejorar es mediante la participación ciudadana. Y creo que ésta no puede ser eficaz en total anarquía. Se requieren líderes y, para coordinarlos, un líder a la cabeza.

Para mí, ese es Andrés Manuel López Obrador.


* * *

SUS DENOSTADORES


El poder de alguien que es o que fue secretario de Hacienda, le permite obtener la información necesaria acerca del patrimonio de un ciudadano, esté o no a su nombre. Si Meade no ha sacado pruebas de la supuesta corrupción de López Obrador, de su presunto patrimonio mal habido, ya sea en sus manos o en testaferros, es porque no las hay. Es así, que las campañas sucias del PRI, PAN y PRD se enfocan en infamias y calumnias, en crear fantasmas que sólo encuentran cabida en mentalidades limitadas y manipuladas.

domingo, 26 de marzo de 2017

EL JOVEN EMPRESARIO QUE REVOLUCIONÓ LA ECONOMÍA MUNDIAL EN EL 2018.

por Javier Oteka

Cuando Gabriel, el joven próximo a egresar de la carrera de economía, se percató de que el capital más grande del mundo no estaba en manos de los multimillonarios que suelen figurar en los diarios y revistas como Forbes, Expansión y New York Times, decidió diseñar una estrategia para empoderar a sus dueños.

El reto era fenomenal pues no se trataba de 100, ni de 1,000, ni siquiera de 1,000,000 de individuos, sino de millones distribuidos en todo el planeta. Pero tenía la convicción de que debía comunicárselos y así iniciar la mayor revolución jamás antes vista de la economía global.

Concebía el fortalecimiento de la globalización, pero mediante la abolición del neoliberalismo. También estaba seguro de que su estrategia no comulgaba del todo con las ideas de Marx ni las de Lenin que dieron su origen y fuerza inicial al comunismo.

No, Gabriel imaginaba un modelo distinto, no casado en forma absoluta ni con el comunismo, ni con el capitalismo. A éste le reprochaba el endiosamiento del individualismo y de la competencia como motor exacerbado para mover la economía, y a aquel, el concepto de la lucha de clases y de la oposición entre capital y trabajo.

Para Gabriel, el trabajo era lo que debía reconocerse como el mayor de los capitales. Y sus dueños, los poseedores de la capacidad de trabajo, ya sea físico como intelectual, eran millones repartidos por todo el mundo. Si lograba hacerlos conscientes de ello y, sobre todo, si lograba unirlos en el propósito de lograr todos juntos el bien común, habría dado el primer gran paso.

Pero, ¿cómo concientizar y motivar a tanta gente para trabajar juntos en un proyecto común tan benéfico?

Recordó algunas propuestas de idealistas que habían opinado que, para iniciar una revolución moderna, la solución era tomar las instalaciones de los grandes medios de comunicación y, desde ahí, desarrollar la campaña. Enseguida, Gabriel imaginó brigadas enteras de los ejércitos y las policías que ipso facto sometían a esos activistas.

El mundo había dado un giro impresionante en el último lustro; las televisoras abiertas y las grandes cadenas radiofónicas habían visto a sus audiencias desplomarse, en tanto que la Internet se había ampliado y fortalecido a pasos enormes y veloces.

A su mente llegó la imagen de una explosión nuclear y, como si estuviera viendo en su mente la animación de su funcionamiento, admiró cómo a partir de un núcleo tan pequeño que se fisiona, se genera una reacción en cadena tan grande y poderosa. 


Ahí estaba la clave de su estrategia. El reto era diseñar un mensaje muy poderoso y viralizarlo en Internet. ¡Con eso iniciaría su revolución!

sábado, 25 de febrero de 2017

ADEMÁS DE MALINCHISTAS Y VALEMADRISTAS, IGNORANTES.

por Javier Oteka

Para preocuparse es que un amplio sector de los jóvenes mexicanos, por supina ignorancia, o acaso ingenuidad, defienda que en México se vea tanto cine gringo que invade en casi el 90% el tiempo de nuestras pantallas.

El primero de sus argumentos es que el cine nacional es muy malo; el segundo, que están a favor de la calidad sin importar de donde proceda, ya sea de Estados Unidos o de Timbuctú; y el tercer argumento es que el arte no debe tener fronteras, que por ningún motivo debe boicotearse el cine estadounidense.

En los tres puntos tienen razón. Sin embargo, en su análisis no consideran el hecho de que el cine no sólo es arte, sino industria y como tal ejerce una influencia y un poder fenomenales.

Es esta dimensión económica la que no terminan de entender. No logran captar que se trata de una guerra económica para invadir e imponer su ideología al mundo, al costo que sea, sobornando gobiernos y maiceando aliados locales que, como mercenarios, se suman a sus filas.

Los jóvenes no han analizado a fondo las tácticas que en esta guerra utilizan las 'majors' estadounidenses. Sin moral ni respeto, imponen su cine no sólo con la utilización de apabullantes recursos económicos, sino mediante prácticas monopólicas ilegales.

Por ejemplo, utilizan el dumping que es una práctica comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal, o incluso por debajo de su costo de producción, con el fin inmediato de ir eliminando las empresas competidoras y apoderarse finalmente del mercado. Esto se advierte al comparar el precio promedio del boleto en México que oscila entre 2 y 3 dólares, en tanto que en Estados Unidos está a casi 9 dólares.

Sin entrar en una enumeración exhaustiva de las malas prácticas de esa industria invasora y de los efectos perniciosos que produce, el hecho es que lo que están provocando es que nuestra industria de producción cinematográfica no pueda desarrollar su pleno potencial.

En su mayoría las buenas películas mexicanas —porque no todas son malas—, no encuentran cabida en las salas comerciales, ya sea porque las relegan las distribuidoras y los exhibidores, o porque el gobierno no apoya la promoción de las películas en cuya producción invierte millonarios recursos públicos. Su estrategia mercenaria es no privar a Estados Unidos de nuestro mercado nacional.

Boicotear al exceso de cine gringo es una opción por ningún motivo de tinte comunista o socialista, sino totalmente democrática, legítima y no violenta, de sentido común, que debió haberse aplicado desde hace muchos años en México.

Hoy, con el amenazante advenimiento de la era Trump, se abre una oportunidad única para que México actúe en defensa de lo que le corresponde.

En muchos sectores de la economía ya han surgido boicots contra la compra en México de productos estadounidenses. Incluso, en la frontera muchos mexicanos con lúcido y ejemplar patriotismo, que no patrioterismo, han dejado de ir a comprar al otro lado.

Pero en el cine no ha ocurrido lo mismo.

Si el cine mexicano, en gran medida, todavía no tiene la calidad que exige el público, cuando éste piensa en ir a las salas, si no hay en cartelera una mexicana aceptable, ¿por qué en vez de ir a pagar por una gringa chafa, no gasta su dinero en otro medio de entretenimiento? Puede ir al teatro, a un evento cultural, a leer un libro, a conversar y a tomar algo con la familia o los amigos, etc., etc.

El ideal de un mundo sin fronteras es justo eso, un ideal, muy bello por cierto. Pero mientras eso no es posible en la realidad, no nos queda otra más que defender nuestro territorio, nuestra cultura, nuestros valores, nuestro trabajo, haciendo respetar nuestros derechos.

Si hoy Trump nos pone un muro y nuevos impuestos comerciales, no podemos quedarnos de brazos cruzados. En cuanto al cine se refiere, debemos presionar y dejar de pagar por ver sus películas en nuestras salas; por lo menos reducir nuestro consumo al mínimo posible.

El efecto positivo que eso producirá, será que tanto las majors como los exhibidores apoyen nuestra industria y se generen más y mejores fuentes de trabajo en nuestro país. Asimismo, ello permitirá que se exhiban comercialmente más películas de otros países del mundo.


¡DIGAMOS NO AL EXCESO DE CINE GRINGO!


jueves, 26 de enero de 2017

EL TEMOR A PRODUCIR UN HUECO EN LAS SALAS DE CINE EN MÉXICO.

por Javier Oteka

Algunos dicen no entrarle al Boicot Contra el Exceso de Cine Gringo (http://boicotalcinegringo.blogspot.mx), porque no creen que haya suficiente cine mexicano para llenar el hueco.

Estoy convencido de que, aunque ese supuesto fuera verdad, en las circunstancias actuales es preferible que, durante un tiempo, se produzca ese supuesto hueco con tal de que el boicot logre presionar a los exhibidores mexicanos a que busquen alternativas para llenarlo.

Tendrían dos vías para hacerlo: con cine mexicano y con cine de otros países del mundo que, actualmente, casi no se exhibe salvo en la Cineteca y en algunos cineclubes.

En cuanto a la calidad actual del cine mexicano que mucha gente rechaza, en considerable medida, podría irse mejorando al abrirse esta oportunidad de "llenar el hueco" dejado por el boicot al exceso de películas gringas.

Y al verse presionados, los exhibidores tendrían que invertir en la producción de cine mexicano para ocupar el tiempo de sus pantallas, en vez de sacar sus capitales del país para abrirle más salas al cine gringo en el mundo. Eso lo tendrían que posponer para dar prioridad a "llenar el hueco" en las pantallas mexicanas.

Todo círculo vicioso, para romperse, hay que hacerlo desde algún punto. En el caso de nuestro cine en las circunstancias actuales, conviene que se rompa mediante el boicot al exceso de cine gringo. Las siguientes etapas se irán ordenando consecutivamente hasta equilibrar las condiciones para el desarrollo de nuestra industria.

Cuando los que se oponen al boicot dan sus razones, la motivación que destaca es de índole individualista y hedónica (de autoplacer en exceso). No están dispuestos a renunciar, ni siquiera temporalmente al placer que experimentan con las gringadas, para lo cual han sido condicionados a lo largo del tiempo. No consideran que es altamente urgente y positivo que se haga un sacrificio por el bien de nuestra industria nacional; no sólo en materia de cine, sino en tantos otros productos y servicios que nos mantienen dependientes a la economía estadounidense en perjuicio de la nuestra.

Tengo que insistir que el boicot no pretende eliminar al 100% el cine estadounidense. Por ejemplo, en Francia sólo participa con un 54%, en España con 36%, en Japón con 35%, en China y en la India con el 10%. Es intolerable que, por no producir un hueco temporal, se siga apoyando a un cine que ocupa el 90% del tiempo de nuestras pantallas.

No sólo el TLC le ofrece ventajas al cine estadounidense en México, sino que nuestra propia Ley Federal de Cinematografía promulgada en tiempos de Salinas de Gortari, rebajó al 10% el tiempo de pantalla que como mínimo deben destinar los exhibidores al cine mexicano. ¡Urge reformar esta ley y demás reglas!

Creo que, en el caso de los que se oponen al boicot, sería muy admirable que antepongan a su autosatisfacción, el sacrificio temporal de abstenerse de asistir al cine a ver películas estadounidenses. Por lo menos que bajen a la mitad su compra de esos boletos.

Hoy más que nunca, a México le urge que los individuos pospongan sus gustos en orden a dar prioridad al logro del bien común.

¡SOLIDARIDAD, MEXICANOS!




CINÉPOLIS Y CINEMEX SERÁN JUZGADOS POR TRAICIÓN A LA PATRIA SI NO LE PONEN FRENO AL EXCESO DE CINE ESTADOUNIDENSE.

martes, 8 de noviembre de 2016

LA INEFICAZ POLITICA PÚBLICA DEL CINE MEXICANO.

por Javier Oteka

¡DEMOLEDOR!

Nadie puede negar que China es una potencia en cinematografía. Produce 300 películas al año para 1,400 millones de habitantes.

México, en cambio, con sus 140 películas al año para 120 millones de habitantes, se obstina en mantener sobresaturada su oferta y no logra publicitar ni exhibir toda su producción.

Jorge Sánchez Sosa
Director General del IMCINE
MÉXICO PRODUCE 5.44 VECES MÁS PELÍCULAS POR HABITANTE QUE LA POTENCIA CHINA.

[Y 1.32 veces más que la industria estadounidense con poco menos de 500 películas por año para 325 millones de habitantes].

Esto ayuda a explicar la inviabilidad financiera e industrial de la producción de cine que el gobierno mexicano fomenta. Ha optado por la cantidad y el desperdicio, y no por la calidad. Su lógica se ha basado en el maiceo y no en el mercado. Su productividad y rentabilidad son escandalosamente bajas.

La verdad que Peña Nieto no se atrevió a
revelar en su 4° Informe de Gobierno

Y su lógica cultural ha fracasado, no ha sabido conectar con el público, sino sólo sobredimensionar el limitado impacto de contados reconocimientos de algunas élites festivaleras. Con todo y su enorme producción de 140 películas por año, y dada la penetración de la industria estadounidense, el análisis estadístico nos indica que los mexicanos van al cine a ver 1 película mexicana cada 7 años.

Una cantidad conveniente de películas largas (y de ligas mayores) para México, sería lograda por un justo medio entre la producción china y la estadounidense: alrededor de 52 películas por año, un promedio de un nuevo estreno a la semana, con un promedio de cinco semanas en cartelera cada uno.

* * *

Muy recomendable:

http://www.jornada.unam.mx/2016/11/08/espectaculos/a09n1esp

sábado, 5 de noviembre de 2016

NARCOCINE Y NARCOSERIES: Gran parte del público ya no valora ni juzga como antes lo que los medios le presentan.

por Javier Oteka 

Hace muchos años, arriesgando que quienes no me conocían me catalogaran como drogadicto y me condenaran por mi precoz posicionamiento, me pronuncié a favor de la legalización de las drogas en nuestro país, y dejé muy claro que lo hacía desde dos perspectivas: la de la seguridad pública y la de la salud.

Tenía y tengo el convencimiento de que su supuesta prohibición propicia la colusión de autoridades con delincuencia organizada que deriva en un mercado negro para la creciente venta de droga y la creación de gigantescos capitales clandestinos que debilitan las posibilidades del Estado para tener el control del llamado monopolio de la violencia.

Y en cuanto a la salud, la legalización bien regulada no sería factor per sé de crecimiento de las adicciones, si el esquema de legalización no se abre a un libre mercado que hasta se le permita publicitar drogas y hábitos de consumo, sino que por el contrario se diseñan y transmiten acciones y campañas de prevención.

Recientemente, dos congresistas pusieron el foco de la atención mediática en los efectos negativos que está causando la transmisión de las llamadas narcoseries. Ello ha derivado en una polémica en la que los medios y los factores que participan en la producción de estas series, se oponen a esa posición, defendiendo que esas series sigan produciéndose y difundiéndose ya que sólo reflejan una realidad que ya existe. Y que oponerse a su producción y difusión, es contrario a la libertad de expresión. Este argumento lo esgrimen, sobre todo, quienes para defender los patrocinios que las industrias de la producción y de los medios reciben del crimen organizado, exigen una libertad de expresión absoluta, sin límites ni regulaciones.

Que los narcos tengan castigo dentro de la trama de las películas y las series, no logra que cierto público tema a las consecuencias que esos actos puedan ocasionarle. Al contrario, le generan mayor dosis de adrenalina, mayor atractivo al riesgo que se juegan, una dependencia como la que produce la ludopatía a los adictos al juego. 

En ese sentido, las narcoseries y el narcocine —con el multimillonario apoyo económico de los fideicomisos del Estado, sus incentivos fiscales vía EFICINE, así como los incontables recursos que lava la delincuencia organizada—, están contribuyendo a la degradación de la sociedad, ya sea que se ubiquen dentro o relativamente fuera de los límites de la apología del crimen.

Damián Alcázar y Joaquín Cosío (El Cochiloco)
en la película El Infierno, escrita, dirigida y
producida por Luis Estrada. Abajo, casi subliminalmente,
se publicita la marca FORD.
¿Cuántos narcos en potencia y los que ya están logrados, admiran las hazañas del Cochiloco y quisieran hacerse de una súper poderosa pick up Ford como la suya; cuántas damiselas lobukis aspiran a vivir como por ejemplo la Reyna del Sur, aunque dichos personajes padezcan violencia en sus vidas; cuántos jóvenes de ambos sexos quieren experimentar esa conexión con su naturaleza salvaje (como la de los porristas exacerbados en los estadios de fútbol), cuando una estudiante somete a su maestra, le troza el mechón de pelo y lo eleva como signo triunfal ante el colegio entero que le aplaude a rabiar?

Sean Penn, El Chapo Guzmán y Kate del Castillo.
Con respeto al trabajo histriónico que realizan actores y actrices, quisiera que se percaten, al igual que los escritores, directores, productores y medios, de que las formas de violencia y delito que representan, aunque existen en la realidad, en gran medida están contribuyendo a idealizar formas de vida marginales, caracterizadas por un justicierismo antisocial, por una reivindicación de la delincuencia que justifica su actuar dadas las reprobables conductas de las clases en el poder.

Y, por si eso fuera poco, con el tema musical [de Rosario Tijeras] están remachando la idea de que esta guerra actual hay que vivirla con el veterotestamentario dogma del "ojo por ojo, diente por diente".


Recomiendo revisar:

https://www.youtube.com/watch?v=KhGajLwxAdc


http://www.cronica.com.mx/notas/2016/993744.html
 


El enfoque de la revolución social que estas películas y series presentan, no es el de la lucha del bien contra el mal, sino de malos contra más malos que los hacen parecer buenos. Han perdido la óptica del sano juicio, en gran parte debido al falaz discursillo de que el melodrama, caracterizado en personajes que oponen el bien contra el mal, es un género trillado que no refleja la realidad, pues según dicen nadie es totalmente bueno ni totalmente malo. Eso es cierto, y el género melodramático lo sabe; por ello es clasificado entre los géneros no realistas, según lo explica la reconocidísima maestra de dramaturgia Luisa Josefina Hernández.

El que las personas en la realidad tengan ambas dimensiones, de bondad y de maldad, no significa que ello descalifique el juicio y la valoración ética y moral. Si la civilización no hubiera llegado a estos descubrimientos, seguiría en el estado salvaje, del ojo por ojo y diente por diente.

Hoy más que nunca es urgente rescatar el sentido de responsabilidad social, para lo cual es preciso reflexionar con profundidad y claridad las motivaciones que nos mueven. Si ya no queremos melodramas, no los hagamos, desarrollemos otros géneros; pero por ningún motivo hagamos apología del mal, del delito, de la violencia. No contribuyamos a confundir a la sociedad aún más.

Eso no significa que dejemos de presentar el mal, el delito, la violencia que existe, ¡no! Significa que los artistas, técnicos y productores debemos asumir nuestra responsabilidad social, lo cual requiere que la presentación de los conflictos no se preste a exacerbar las conductas antisociales y el mal en general, como si fuera bueno.

Viene a mi mente Gandhi. Él no permitió que el pueblo de la India se sometiera y aceptara la esclavitud. Lo animó a luchar para que ese estado de cosas terminara; pero no mediante la violencia, sino en virtud de la resistencia pacífica. Y demostró que esa actitud y conducta tiene más poder de cambio que la violencia.



Ojala los medios ayudaran a construir una sociedad con paz y con justicia.  





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LA APOLOGÍA DEL DELITO EN EL NARCOCINE Y EN LAS NARCOSERIES DEBE SER COMBATIDA CON AUDITORÍAS Y FUERTES SANCIONES A LOS MEDIOS, EJECUTIVOS Y PRODUCTORES QUE CON ELLO ESTÁN LAVANDO DINERO DE LA DELINCUENCIA Y CONTRIBUYENDO A LA EXTINCIÓN DEL ESTADO DE DERECHO.


La libertad de mercado no es absoluta, tiene y debe tener ciertas regulaciones que protejan el bien común; al igual que la libertad de expresión.

+ + +

[De hecho las tienen, por ejemplo las que define el artículo 6° de nuestra Constitución:

"La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley... "

Y las que expresa nuestro Código Penal:

CAPÍTULO VII - Provocación de un Delito y Apología de éste o de algún Vicio y de la Omisión de impedir un Delito que atente contra el Libre Desarrollo de la Personalidad, la Dignidad Humana o la Integridad Física o Mental.

Artículo 208. Al que provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste o de algún vicio, se le aplicarán de diez a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad, si el delito no se ejecutare; en caso contrario se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido.

Artículo 209. El que pudiendo hacerlo con su intervención inmediata y sin riesgo propio o ajeno, no impidiere la comisión de uno de los delitos contemplados en el Título VIII, Libro Segundo, de este Código, se le impondrá la pena de seis meses a dos años de prisión y de cincuenta a doscientos días multa.

Las mismas penas se impondrán a quien, pudiendo hacerlo, no acuda a la autoridad o a sus agentes para que impidan un delito de los contemplados en el párrafo anterior y de cuya próxima comisión tenga noticia].

+ + +

El actor Plutarco Haza, entrevistado por un periodista, acaba de utilizar el simil del espejo, queriendo decir que las narcoseries sólo son un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Yo sostengo que si bien son reflejo, también reproducen esa realidad y hasta la exacerban. Muchas de las situaciones y los personajes que presentan esas series y películas funcionan como provocadores de emulación. Gran cantidad de jóvenes, y hasta adultos, admiran a esos personajes, se convierten en ídolos a los cuales imitar, aun cuando padezcan parte de los efectos de la violencia que ellos mismos provocan. Se emula una clase de heroísmo sujeto al riesgo, a la adrenalina, cuyo comportamiento antisocial alcanza jugosas recompensas, aunque sean temporales.

Los inmensos intereses financieros, producto del delito, que los patrocinan, están contribuyendo a reproducir ideas y costumbres que son nocivas para la sociedad. Éste es uno de los casos donde la libertad de expresión y de mercado, deben tener un límite que es el bien general de la población.

Es lícito presentar al crimen -porque existe-, pero de ninguna manera hacer apología de él; mucho menos en los medios masivos y en la deteriorada situación que estamos viviendo.

Asimismo, deben ser investigados y sancionados conforme a Derecho los servidores públicos que, por acción u omisión, están facilitando este estado de cosas.

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EL JUNIOR SALINAS AFIRMA QUE ASÍ, COMO ROSARIO TIJERAS, DEBE SER LA NUEVA TV AZTECA. 

Duración del video: 1 min. 43 segs). 

SECUENCIA DEL PRIMER CAPÍTULO DE ROSARIO TIJERAS, TRANSMITIDO POR CANAL 13 (hoy 1.1) DE TV AZTECA, A LAS 21:00 HRS. DEL 31 DE OCTUBRE DE 2016, Y QUE EVIDENTEMENTE VIOLA LA LEY AL HACER APOLOGÍA DEL DELITO.




La incontrolable y enardecida turba de jóvenes aplaude el triunfo de Rosario, la heroína salvaje, cuando les presume el trofeo del mechón de pelo que con sus tijeras corta violentamente a su maestra.

La apología se complementa con la voz en off del joven protagonista que expresa su admiración al acto salvaje y confiesa que desde ese día no ha podido sacársela del corazón.

Pero, con su doble moral, la empresa de Ricardo Benjamín Salinas Pliego, transmite un spot en donde la propia Bárbara de Regil (Rosario Tijeras ), dice no a las drogas.